Gastar de forma más inteligente para impulsar el crecimiento
Fondo Monetario Internacional
En las últimas dos décadas, Ruanda logró avances notables. Casi todos los hogares tienen ahora acceso a teléfonos móviles y educación primaria. Más de la mitad de la población tiene electricidad, y uno de cada cinco tiene agua potable y servicios de saneamiento. Los ruandeses consumen tres veces más electricidad y viven 20 años más.
Estas ganancias se debieron a aumentos relativamente modestos en el gasto en inversión, educación y salud, de 150 a 420 dólares por persona, cifra incluso inferior al promedio del África subsahariana. Lo que marcó la diferencia en Ruanda fue un gasto público más eficiente. Este enfoque responde a las presiones fiscales derivadas del lento crecimiento, el aumento de la deuda, el envejecimiento de la población y la creciente demanda de defensa. La clave es aprovechar al máximo cada centavo de los recursos públicos.
Nuestro nuevo análisis de 174 economías en el último Monitor Fiscal muestra que, en promedio, los gobiernos podrían obtener un tercio más de valor de su gasto si adoptan las mejores prácticas. Al gastar de forma más eficiente y asignar mejor los recursos existentes, los mercados emergentes y las economías en desarrollo pueden aumentar la producción un 11 %, y las economías avanzadas un 4 %, a largo plazo. Gastar de forma más inteligente es más que una táctica fiscal: es una estrategia de crecimiento.
Qué significa gastar de forma más inteligente
En primer lugar, implica una mejor asignación del gasto existente. En la mayoría de los países, la inversión pública, que puede impulsar el crecimiento, ha disminuido en 2 puntos porcentuales del gasto total en las últimas dos décadas. Otro ámbito similar es la educación, donde el gasto público se ha mantenido modesto, en torno al 11 % del gasto total. Al mismo tiempo, muchos países se enfrentan a una elevada nómina pública, que representa, en promedio, una cuarta parte del gasto total.
En segundo lugar, implica mejorar la "eficiencia técnica del gasto", es decir, el máximo resultado alcanzable con un nivel fijo de gasto público. Para medirlo, comparamos los resultados observados con las mejores prácticas de gestión, tecnología e institucionales. Por ejemplo, Canadá gasta unos 2500 dólares por persona al año en educación, unos 300 dólares menos que otras economías avanzadas. Sin embargo, los adultos completan un promedio de 13,7 años de escolarización, lo que convierte a Canadá en el segundo país con mejor rendimiento académico del mundo, después de Alemania.
Ganancias económicas significativas
El gasto público inteligente puede impulsar sustancialmente el crecimiento a largo plazo tanto en las economías avanzadas como en las en desarrollo.
Nuestro análisis muestra que destinar el 1% del producto interno bruto (PIB) del consumo público de menor impacto a la inversión en infraestructura aumenta la producción en aproximadamente un 1,5% en las economías avanzadas y un 3,5% en las economías de mercados emergentes y en desarrollo a lo largo de unos 25 años. Redireccionar la misma cantidad a la inversión en capital humano, por ejemplo, mediante la modernización de los sistemas educativos, puede generar entre un 3% y un 6%, respectivamente, en esos dos grupos de países. Cabe destacar que esta reasignación del gasto también puede reducir la desigualdad de ingresos.
Gastar de forma más eficiente amplifica estas ganancias a largo plazo. Mejorar la eficiencia de la inversión en 10 puntos porcentuales puede impulsar aún más el aumento de la producción en un 1,4 %. Cuanto más rápido cierren los países estas brechas, mayores y más rápidos serán los beneficios.
Las políticas complementarias también son importantes . En las economías avanzadas, combinar la investigación y el desarrollo con la inversión en capital humano mejora la productividad. En las economías emergentes y en desarrollo, combinar el gasto en infraestructura con el gasto en educación equilibra las ganancias a corto y largo plazo: el capital físico impulsa la producción rápidamente, mientras que el capital humano impulsa la productividad futura.
Cómo hacer que las reformas funcionen
Las reformas del gasto son un desafío. Los países suelen establecer niveles mínimos legales de financiación para la educación, la salud y la protección social. Los salarios y las pensiones públicas también son difíciles de modificar. A nivel mundial, aproximadamente un tercio del gasto está prácticamente bloqueado, y las economías avanzadas se enfrentan a la mayor rigidez.
Pero existen buenos ejemplos de cómo avanzar. Estonia y Suecia redujeron la rigidez mediante el uso activo de la planificación fiscal plurianual, que exige que el nuevo gasto se compense en años futuros. También vincularon más estrechamente las asignaciones presupuestarias con el desempeño anterior. Este enfoque estratégico para las reformas del gasto es más eficaz que los recortes generalizados, que pueden interrumpir los servicios esenciales y reducir la eficiencia.
La lucha contra la corrupción, el fortalecimiento del Estado de derecho y el aumento de la transparencia presupuestaria también podrían aumentar la eficiencia. Los procesos de contratación pública competitivos, la mejora de la gestión de la inversión pública y la digitalización de las finanzas públicas también contribuyen. Togo, por ejemplo, aumentó la eficiencia de su inversión en 5 puntos porcentuales tras introducir análisis de costo-beneficio para todos los proyectos y la planificación plurianual en 2016.
Vincular la edad de jubilación a la esperanza de vida, o enfatizar la prevención de enfermedades para reducir los costos futuros de salud, puede garantizar la sostenibilidad a largo plazo del gasto social. Ajustar la compensación pública a los parámetros del mercado y fortalecer los controles salariales también son clave, especialmente en las economías en desarrollo, donde los salarios del sector público suelen superar a los del sector privado en un 10 % o más.
Finalmente, las revisiones del gasto con objetivos claros y vínculos con las decisiones presupuestarias ayudan a los gobiernos a identificar ahorros y a aumentar el impacto. En la República Eslovaca, estas revisiones revelaron un ahorro potencial del 7 % del gasto público.
La conclusión es la siguiente: al aumentar la eficiencia del gasto y canalizar mejor los recursos existentes, los países pueden fortalecer las finanzas públicas, generar resiliencia y aumentar su crecimiento económico a largo plazo.
El artículo original se puede leer en inglés en el Blog del FMI

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