El Euro Digital asoma por el horizonte económico
Economía y Finanzas
El euro digital asoma por el horizonte económico, y parece que mucho antes de lo que preveíamos incluso los más contrarios y recelosos a su implementación, llegará pronto a nuestras vidas, muy a nuestro pesar. Si todo va según lo previsto por el BCE, el nuevo dinero electrónico europeo verá la luz entre finales de 2026 o comienzos de 2027. Ya se abrió el debate de cómo afectará al ciudadano, cuando los hay que todavía manejan aún sus viejas cartillas de ahorro; pero hay certidumbres y no precisamente positivas para actores económicos tan importantes como los autónomos y las pymes.
No será dentro de un tiempo nuestra cuenta bancaria desde donde gestionemos nuestros dineros, sino una cartera digital con un límite de 3.000 euros por usuario, gestionada directamente por el Banco Central Europeo (BCE). Su implantación supondrá una transformación profunda en los hábitos de pago y cobro para todos nosotros, pero que tendrá especial repercusión para los autónomos y los pequeños negocios, que ya comienzan a preguntarse si habrá que invertir en nuevos TPV, si será obligatorio aceptarlo o si traerá realmente ventajas frente a los medios tradicionales. Lo que si parece claro es que esta nueva cartera digital interesará especialmente a los gobiernos como el palo por el que podrán asestar el golpe definitivo a la economía sumergida cuando sustituya completamente al pago en moneda.
¿Cómo funcionará el euro digital y qué cambia frente a Bizum o las tarjetas de crédito/débito?
La principal diferencia del euro digital frente a otros medios de pago como Bizum o las tarjetas bancarias es que no requerirá intermediarios financieros, lo que posibilitaría una reducción de los costes por transacción, especialmente para comercios pequeños que hoy asumen comisiones que afectan directamente a su margen de beneficios.
Pero esa ventaja no está garantizada. De hecho, en sus documentos más recientes, el BCE plantea que mientras los usuarios no pagarán comisiones, los comercios sí podrían verse obligados a asumirlas. Y si esas tarifas no son más competitivas que las actuales, el incentivo real para aceptar pagos en euro digital podría desvanecerse.
Por otro lado, el BCE pretende que esta nueva divisa electrónica se integre en las apps de pago actuales, como Bizum, y que los bancos sirvan como interfaz para las operaciones dinerarias del usuario. Sin embargo, esto no elimina otros costes ocultos.
Sea
como fuere, se necesitará una infraestructura sencilla, intuitiva y
segura, que permita al usuario medio entender el sistema sin
conocimientos técnicos ni burocracias complejas, algo que además ayudará
a que el ciudadano no vea el euro digital como un engorro más o estando
convencido, se vuelva reticente.Aún así, habrá sobre todo ciudadanos mayores que se verán incapaces de deshacerse de sus cartillas de ahorro para acceder a unos dineros que un día dejarán de existir.
La principal diferencia del dinero digital actual, como transferencias electrónicas o criptomonedas, con el euro digital, es que este último tiene características específicas que lo distinguen: será una moneda respaldada por el BCE, como el euro físico, pero permitirá transacciones digitales sin necesidad de una cuenta bancaria, utilizando billeteras digitales gestionadas directamente por el BCE, de ahí la preocupación por la privacidad. Eso sí, al menos por ahora, no sustituirá al dinero físico, sino que coexistirá con él durante cierto tiempo, ofreciendo una alternativa para pagos digitales, pero sabiendo que mas pronto o mas tarde, el dinero físico en billetes y monedas desaparecerá.
Ahondando aún más en la privacidad, el euro digital se ha diseñado para cumplir altos estándares de privacidad, pero no será completamente anónimo debido a regulaciones contra el lavado de dinero y la evasión fiscal. Es un claro paso para evitar la economía sumergida, que es el gran beneficio para los recaudadores de impuestos y tasas. Fuente: Banco Central Europeo
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