Trump nombra embajador en el Reino Unido a un jerarca de los combustibles fósiles

Política

Warren Sthefens


A los populistas de derecha les gusta ampliar los límites de la hipocresía al despotricar contra los crímenes de la supuesta “élite metropolitana liberal” desde la comodidad de la Torre Trump o de sus oficinas financiadas por financistas.

Cuatro de los cinco parlamentarios de Nigel Farage (incluido el propio Farage) trabajaron en la City de Londres. James McMurdock trabajó para Lehman Brothers, el banco de inversiones ahora desaparecido que quebró durante la crisis de 2008, mientras que tanto McMurdock como el presidente del partido, Zia Yusuf, trabajaron en Goldman Sachs, entidad que recibió la siguiente descripción en la revista Rolling Stone en 2010:

“El banco de inversiones más poderoso del mundo es un gran calamar vampiro envuelto alrededor del rostro de la humanidad, introduciendo implacablemente su embudo de sangre en cualquier cosa que huela a dinero”.

Como todos sabemos, el petróleo y el gas huelen a dinero en efectivo, por lo que estos fondos de inversión y los populistas a rayas que financian tienen un interés personal en mantener el flujo de combustibles fósiles.

Como reveló DeSmog esta semana, el nuevo embajador de Donald Trump en el Reino Unido tiene un conjunto de intereses en el sector del petróleo y el gas. El multimillonario inversor Warren Stephens y su familia poseen un montón de activos de combustibles fósiles, entre ellos Stephens Natural Resources, que “sigue ampliando su producción y reservas en el territorio continental de Estados Unidos y en las costas del Golfo de México”.

Los activistas han advertido que el nombramiento de Stephens corre el riesgo de poner a un lobbyista de combustibles fósiles en contacto directo con el gobierno laborista, amenazando potencialmente su ambiciosa agenda climática.

Westminster conoce bien a gente como Stephens, cuyos vastos intereses corporativos desmienten su prosa anti-establishment.

Entre ellos se encuentra el par conservador Jon Moynihan (conocido como Lord Moynihan de Chelsea), que ha pasado los últimos meses criticando los objetivos climáticos del Reino Unido, todo ello mientras posee acciones (por un valor de al menos 300.000 libras) en gigantes de los combustibles fósiles como Shell y TotalEnergies. Un auténtico hombre del pueblo.

Por otra parte, decenas de grupos activistas han escrito una carta instando a los gobiernos de todo el mundo a no dejarse llevar por un método respaldado por la industria para registrar las emisiones de metano. Los grupos dicen que el controvertido sistema GWP* –que Nueva Zelanda parece estar a punto de adoptar– está “abierto a un abuso significativo”.

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