Adiós a la propiedad. Bienvenida la suscripción, Uff!

Luisondome

Imagen: Tyler Le

  • Cada vez mas empresas dejan de vender productos en propiedad, para alquilarlos a cambio de una cuota periódica renovable automáticamente.
  • Cada vez mas empresas vinculan sus productos a acuerdos que fuerzan al consumidor a reparar sus productos solo con proveedores oficiales.
  • El auge de los modelos de suscripción contribuye a que los fabricantes sigan cobrando a los usuarios por productos que ya han comprado.
  • A medida que aumenta el número de dispositivos que funcionan con software, los fabricantes ejercen un mayor control sobre sus productos, incluso después de que el cliente se los haya llevado a casa. 
  • En algunos casos, las empresas fuerzan al cliente a utilizar sus servicios de reparación, inutilizando el producto si intentan arreglarlo ellos mismos. En otros casos, exigen a la gente que pague una suscripción para acceder a las funciones básicas de los productos. 
  • Estas prácticas se están haciendo omnipresentes en todos los sectores, y en cada necesidad.

El software moderno permite a los fabricantes atar a los usuarios para siempre. Las empresas están empezando a monetizar este control, gracias a métodos distópicos y a la falta de regulación, pero los consumidores y los responsables políticos tienen formas de oponerse a este intento empresarial de redefinir lo que significa "poseer" un producto que has comprado.

 

Lo has comprado, pero en realidad no es tuyo, solo lo usas


Imagina que inicias un día cualquiera. Pones en marcha tu cafetera a distancia (5 euros al mes por la aplicación para programarla y otros 25 por la entrega periódica de cápsulas compatibles) mientras haces ejercicio en la bicicleta estática (30 euros al mes por el acceso a las clases). Cuando estés listo para ir a la oficina, el termostato inteligente bajará automáticamente el aire acondicionado (10 euros al mes) mientras utilizas una aplicación en tu teléfono (30 euros al mes) para arrancar el coche (20 euros al mes). ¿Y si quieres arreglar algo de eso? Guarda el destornillador, porque tendrás que acudir al fabricante incluso para una pequeña revisión.


Aunque esto pueda parecer descabellado, la explosión de los servicios de suscripción para productos de consumo, o para acceder a determinados servicios, está acercando la realidad a esta hipótesis. Tanto es así, que se espera que el mercado mundial de suscripciones de comercio electrónico aumente desde unos 67.000 millones de euros en 2021 a unos 836.000 millones en 2026, lo que es una barbaridad de dinero, y un enorme incentivo para las empresas. 


Además del auge de la comida a domicilio y los servicios de streaming, en muchos casos las empresas supeditan el acceso a lo que se ha comprado al pago: si no hay suscripción, lo que tienes es un ladrillo inútil ocupando espacio. Para las empresas, el atractivo de las suscripciones es bastante sencillo: un flujo constante de ingresos y mucho más dinero recaudado ininterrumpidamente de sus clientes a lo largo del tiempo. 


Por esta razón Adobe ya no vende su PDF, pues lo alquila, que le es mas rentable; lo mismo hace Microsoft con su Office 365, y así podríamos continuar con una larga lista de software que antes se compraba con derechos de por vida, y ahora se alquila para disponer de ellos mientras se paga por su uso.


Aunque el desarrollo y el mantenimiento de software tiene sus propios costes, los gastos generales son mucho menores que los de la fabricación de hardware y ofrece a las empresas más oportunidades de hacer una venta adicional, lo que implica enormes márgenes de beneficio.


Hoy las empresas utilizan una serie de tácticas para mantener a los clientes enganchados después de haber comprado un producto. Uno de estos trucos es utilizar sensores técnicos para impedir cambios no autorizados en el producto. En el sector agrario, por ejemplo, vehículos como tractores y cosechadoras suelen requerir herramientas especiales que los fabricantes ofrecen exclusivamente a distribuidores autorizados. Junto con sistemas informáticos muy técnicos, esto hace casi imposible que los agricultores arreglen sus propios vehículos. 


La organización Public Interest Research Group o PIRG, calculó que en Estados Unidos, estos límites a la reparación le cuestan a los agricultores 4.200 millones de dólares adicionales cada año (unos 3.880 euros), de los que 1.200 millones van a parar a los concesionarios locales autorizados y otros 3.000 se pierden por el tiempo de inactividad de los equipos. 


Por ejemplo, el software de Tesla puede detectar y restringir características de los propietarios de coches que no sean equipos proporcionados por la empresa, como enganches de remolque.En otros casos, las empresas han intentado impedir que los consumidores accedan a determinadas funciones a menos que paguen antes. Las automovilísticas han tomado la delantera en esta tendencia. 


Mercedes-Benz y BMW fueron noticia por cobrar a los usuarios cuotas mensuales por una mejor aceleración y el uso de asientos calefactados, respectivamente. Ya has comprado la calefacción de los asientos (y el coche de lujo que la contiene), pero ¿ahora tienes que pagar por el derecho a encenderla? 


Otro ejemplo lo tenemos en las marcas de impresoras que han utilizado tácticas similares para conseguir que la gente se suscriba a abonos que controlan a distancia los niveles de tinta, pero que también pueden apagar tu máquina si no pagas. Para ello, te ofrecen planes mensuales en que pagas una cantidad según la carga de trabajo de tu impresora, y el fabricante te envía los cartuchos de tinta que necesitas. Es como tener que pagar una cuota mensual a quien construye una casa para que funcionen los interruptores de la luz.


Otros fabricantes dejan de enviar las actualizaciones a sus productos si no se está al día en el pago de las cuotas, con lo que ello supone de pérdida de la capacidad de trabajo de dicho producto


Por último, los fabricantes utilizan la conectividad a Internet para supervisar y controlar lo que haces. Si detectan que has hecho algo que no les gusta (por ejemplo, calentar el asiento con calefacción), pueden quitarte o desactivar otras funciones. Tesla ha sido acusada de revocar a distancia la capacidad de carga, la compatibilidad con la carga rápida y otras cuestiones. Los consumidores tienen miedo de hacer algo que desagrade a los fabricantes, sabiendo que pueden ser castigados.


Se podría pensar que debería haber una ley contra las políticas que hacen que la gente "compre" y "alquile" cosas a la vez. Pero las leyes no protegen al consumidor, ya que permiten a los fabricantes controlar lo que se puede y lo que no se puede hacer. Por ejemplo, leyes de derechos de autor demasiado permisivas, en manos de fabricantes aprovechados, pueden convertir en delito de derechos de autor saltarse los sistemas técnicos para manipular o reparar tu propio dispositivo. 


En los EE UU, la Ley de Derechos de Autor para el Milenio Digital (DMCA, por sus siglas en inglés) pretendía impedir la piratería de música, juegos o películas. Pero los fabricantes han argumentado que la DMCA se aplica al software o firmware necesario para reparar o hacer funcionar una pieza de hardware. Esta amplísima definición de la propiedad intelectual se ha aprovechado para impedir la reparación independiente y ha redefinido la relación de los usuarios y los bienes que compran. Según esta interpretación, si el fabricante instala una medida de protección digital en los asientos calefactados, saltársela podría considerarse piratería.   


Los fabricantes de todo el mundo también redactan densos acuerdos que contienen un lenguaje para impedir que los clientes manipulen el producto. La mayoría de la gente se ha topado con largos documentos de "Condiciones de uso" repletos de jerga legal que se extienden por páginas y páginas, y que por supuesto no leen. En muchos casos, la gente se limita a marcar "aceptar" sin apenas saber lo que están firmando. Una encuesta realizada en 2017 por Deloitte a 2.000 consumidores reveló que el 91% aceptaba los términos y condiciones sin leerlos, y por ello después vienen los problemas.


Pero dentro de estos densos documentos hay normas que impiden a la gente arreglar sus productos o que permiten a la empresa recuperar la propiedad si no aprueban el uso que hacen los clientes de su producto. Ignorar estos términos y condiciones socava los derechos básicos del consumidor. 


Alternativas para proteger la propiedad


Si presuponemos veracidad en la publicidad, si vas a venderle algo a alguien, véndeselo. Si vas a alquilar algo a alguien, alquílalo. Si condicionas sus futuras compras a un "acuerdo" secreto que has incorporado a la tecnología y que los usuarios desconocen, les estás engañando.


Además, el principio de "si está roto, arréglalo" tiene otras ventajas. Reparar enseña habilidades críticas, ahorra dinero, ayuda a reducir los residuos y la obsolescencia de los productos. El retoque y la reparación también conducen a innovaciones de productos que pueden beneficiar a todos. 

  • Lo primero es la legislación sobre el derecho a reparar. El derecho a reparar exige a los fabricantes que pongan a disposición de los consumidores, en condiciones justas, las piezas, las herramientas y la información necesarias para llevar a cabo las reparaciones. También establece que esas piezas y herramientas no pueden requerir autenticación remota para ser operativas, lo que significa que ya no habrá que pedir permiso para realizar reparaciones. En lo que va de 2023, en los EE UU 28 de sus estados han considerado legislar de alguna forma sobre el derecho a reparar, y el Congreso ha celebrado múltiples audiencias sobre el tema. Ya se han aprobado leyes en Massachusetts, Colorado y Nueva York, y la cosa no ha hecho más que empezar. 
  • Lo segundo es aclarar que la reparación no es un delito contra los derechos de autor. La Ley de Libertad para Reparar, presentada el año pasado en los EE UU, concedería una exención amplia y permanente a las actividades de reparación en virtud de la ley de derechos de autor. Además de aprobar nuevas leyes, hay que hacer cumplir las que ya están en vigor. Se supone que es una violación de las leyes antimonopolio crear un acuerdo de "vinculación" que obligue a alguien que compra un producto a comprar otros productos o servicios. Cualquiera que tenga una impresora y haya intentado encontrar tinta más barata sabe que esto no se aplica de forma efectiva. 
  • Los legisladores deben de tomar medidas enérgicas contra el software integrado que obliga a los propietarios de productos a pagar cuotas mensuales por utilizar hardware de su propiedad. Los reguladores también deberían tomar medidas enérgicas contra las cláusulas legales tóxicas incluidas en los contratos de licencia de uso, del mismo modo que prohibieron ciertas cláusulas contrarias al consumidor en los contratos de uso de tarjetas de crédito. 
  • En la era digital, se necesitan nuevas protecciones para los consumidores que reflejen nuestra condición de propietarios de productos. Necesitamos poder reparar cosas sin miedo a represalias. No deberían obligarnos a renunciar a nuestros derechos cuando compramos algo. Tenemos que acabar con la vigilancia continua de nuestro comportamiento por parte de un fabricante lejano que puede aprobar o rechazar las decisiones que tomamos con los productos que compramos.

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