Un nuevo y provocador libro nos propone un enfoque radicalmente diferente a la teoría económica
Economía
El libro:
Economía de la entropía: la base viva del valor y la producción
James K. Galbraith y Jing Chen
Prensa de la Universidad de Chicago
Por Vivek Arora
Entre los esfuerzos en curso para replantear los principios básicos de la economía convencional se encuentra un nuevo y provocador libro de James Galbraith y Jing Chen. Los autores descartan la estructura intelectual de la teoría convencional —que se basa en conceptos como la teoría de la utilidad marginal del valor, el equilibrio del mercado y el estado estacionario de la economía— y proponen un enfoque radicalmente diferente: la « economía de la entropía».
El libro forma parte de una visión biofísica emergente del mundo, basada en las leyes de la naturaleza, que considera las actividades económicas como similares a las biológicas y mecánicas. Por ejemplo, las economías tienden a volverse inestables a medida que se expanden y se vuelven más complejas, y necesitan regulación para existir y sobrevivir.
Un elemento central de la tesis del libro son las leyes de la termodinámica, que establecen que la energía nunca se crea ni se destruye, solo se transforma en diferentes formas, y que la entropía (en términos generales, el grado de desorden o escasez) en un sistema o proceso tiende a aumentar a menos que se regule. Desde esta perspectiva, la regulación tiene la misma función en economía que en sistemas mecánicos y biológicos: mantener el flujo de recursos dentro de la capacidad de un sistema para gestionarlo de forma segura y sostenible.
Galbraith y Chen, economistas de la Universidad de Texas en Austin y de la Universidad del Norte de Columbia Británica, respectivamente, argumentan que el equilibrio no existe en la vida real. En cambio, los sistemas —incluidas las economías— cambian constantemente bajo la influencia de leyes físicas y biológicas en un mundo donde los recursos son finitos, pero indispensables para la actividad económica.
Si bien la teoría dominante enfatiza el papel de la tecnología comoimpulsor del progreso económico, los autores sostienen que la tecnología solo puede mejorar la combinación de los recursos naturales: los recursos son la limitación fundamental para los bienes y servicios que una economía puede producir. Galbraith y Chen extraen las implicaciones de su teoría para temas de actualidad como el crecimiento, el comercio, el desarrollo, las finanzas, las pensiones y el clima, con resultados a menudo sorprendentes.
Una premisa clave es que las sociedades y los sistemas avanzados son costosos de establecer, pero pueden funcionar con relativa fluidez si se establecen adecuadamente: implican altos costos fijos y bajos costos variables, en términos económicos. Una posible consecuencia para el mundo actual podría ser que el sistema económico internacional —resultado de largos años de arduo trabajo (altos costos fijos) para garantizar su correcto funcionamiento (bajos costos variables)— sería costoso de reemplazar si fallara. Un sistema financiero estable y eficaz debe estar bajo la jurisdicción de un regulador independiente para garantizar la correcta gestión de cada elemento, argumentan los autores.
En materia de comercio, demuestran que los aranceles sobre productos que involucran a un gran productor y a un gran consumidor pueden trasladar la riqueza de los países productores a los consumidores e influir en la distribución transfronteriza del empleo. Se muestran escépticos respecto a las energías renovables porque su uso requiere recursos naturales. Los coches eléctricos, por ejemplo, no emiten carbono, pero la producción de sus baterías conlleva enormes costes fijos, como la contaminación y el agotamiento de los recursos naturales.
Las conclusiones del libro son algo deprimentes. La supervivencia y la prosperidad humanas dependen enteramente de la disponibilidad de recursos naturales (fuentes de energía de baja entropía). Las economías industriales modernas hacen un uso costoso y excesivo de los recursos, lo que contribuye al desperdicio, el calentamiento global, el aumento del nivel del mar y la disminución de la fertilidad humana. Dadas las limitaciones de los recursos disponibles, que las políticas y las nuevas fuentes de energía solo pueden mitigar hasta cierto punto, el futuro de la sociedad humana se caracteriza por poblaciones más pequeñas, esperanzas de vida más cortas, menores costos fijos y mayores costos variables, y desigualdades más profundas.
Para la mayoría de los lectores, el libro será un paso hacia lo desconocido. Los autores no siempre definen términos científicos, cuyo significado debe inferirse del texto o encontrarse en otra parte, y su marco intelectual a veces resulta desconcertante. No obstante, los lectores deben perseverar. Esta perspectiva provocadora los enriquecerá.
Mas sobre el autor del artículo:
VIVEK ARORA es subdirector del FMI. Departamento de Oriente Medio y Asia Central.
El artículo original se puede leer en la web del Foro Monetario Internacional
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