Cadenas globales de valor y perfiles de distribución del ingreso: una encuesta mundial

Ariel Luis Wirkierman



6 DE FEBRERO DE 2023 | DESARROLLO | DESIGUALDAD Y DISTRIBUCIÓN | COMERCIO

¿Cómo podemos cuantificar la participación salarial implícita en los diversos grados y tipos de participación en las Cadenas Globales de Valor?

Una participación laboral estable ha sido durante mucho tiempo un hecho estilizado del desarrollo capitalista avanzado (Kaldor, 1961). Una premisa clave era que los aumentos de productividad se acumularían para el trabajo a través de aumentos de salarios reales, lo que tendería a mantener constante la participación de los salarios en la producción neta.

Pero, de hecho, la participación laboral ha disminuido constantemente en las economías avanzadas al menos desde principios de la década de 1980 (Karabarbounis y Neiman, 2014). Los intentos de explicar esta disminución generalmente apuntan a, al menos, tres canales (Riccio et al., 2022). En primer lugar, las consideraciones institucionales: la disminución de la sindicalización y el desmantelamiento de la legislación del salario mínimo han afectado el poder de negociación de los trabajadores (Farber et al., 2021), lo que ha llevado a un largo y agotador camino de 'represión salarial' (Taylor y Ömer, 2020) y una desaceleración del crecimiento de la productividad (Storm, 2019; Fontanari y Palumbo, 2022). En segundo lugar, el cambio tecnológico que ahorra trabajo, por ejemplo, debido a la falta de complementariedad técnica entre ciertos tipos de trabajo humano y capital. Es decir, con el crecimiento de la “rutinización”, se ha producido un desplazamiento laboral en ocupaciones altamente expuestas a la automatización. Finalmente, la polarización de larga data entre los diferentes niveles de calificación de la fuerza laboral está relacionada con la desindustrialización (Bárány y Siegel, 2018).

Si bien todas estas explicaciones pueden desempeñar un papel, estos procesos no se desarrollaron dentro de cada país de forma aislada. De hecho, los primeros años de la década de 1980 coincidieron con la consolidación gradual de la “hiperglobalización” (UNCTAD, 2017, p. 21). Un componente clave de esta amplia desregulación de los mercados de productos, financieros y monetarios fue la articulación de esquemas de suministro entre países, es decir, la fragmentación de la producción internacional. Bajo tales esquemas, la externalización internacional —y las prácticas de offshoring en general— cobraron importancia, al punto de configurar cadenas globales de valor (CGV, en adelante).[1]

Y aunque las cadenas de valor mundiales son creadas por empresas líderes en economías industriales avanzadas, dependen de proveedores de insumos de países en desarrollo. Para estos últimos, la hiperglobalización comenzó en medio de las políticas de ajuste estructural en respuesta a las crisis de la deuda, lo que implicó el desmantelamiento de décadas de esfuerzos de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) y un cambio hacia una estrategia orientada a la exportación basada en la liberalización de las importaciones (UNCTAD, 2018, pág. 40). Estas tendencias se aceleraron en la década de 1990 y principios de la de 2000 hasta el punto de que “las cadenas de valor mundiales acabaron con la sustitución de importaciones como estrategia de industrialización viable” (Taglioni y Winkler, 2016, p. xiii).

Por lo tanto, las CGV cambiaron la naturaleza de la especialización internacional: en tareas de producción, en lugar de productos finales integrados, con el consiguiente cambio en la división internacional del trabajo. Es difícil pensar que tal transformación del proceso laboral a escala internacional hubiera dejado la distribución funcional del ingreso en una senda estable y estable.

Sin embargo, la relación entre integración comercial y desigualdad salarial es compleja y ambigua. Puede cambiar si nos referimos a los salarios totales, la participación salarial o las tasas salariales (Farole et al., 2018). Más aún si distinguimos entre economías avanzadas y en desarrollo, es decir, entre el “Norte global” y el “Sur global”.

Algunas perspectivas sugieren que el efecto de la participación en las cadenas de valor mundiales en la distribución de los salarios es pequeño y puede reducir la desigualdad salarial en los segmentos de la fuerza laboral poco calificados (López González et al., 2015). Otras opiniones reconocen que puede haber aumentos de la desigualdad a corto plazo, pero que la deslocalización reduce la desigualdad a largo plazo para las economías en desarrollo (Carpa y Martínez-Zarzoso, 2022). Finalmente, algunas perspectivas son más críticas y sugieren efectos contrastantes entre países desarrollados y en desarrollo, con efectos perjudiciales en el mercado laboral para estos últimos (Szymczak y Wolszczak-Derlacz, 2022; Ndubuisi y Owusu, 2022).[2]

En cualquier caso, cuantificar las implicaciones de la globalización para la distribución funcional del ingreso es crucial para comprender la disminución constante de la participación global de los salarios. Y comprender tales tendencias es de gran importancia, ya que la distribución funcional regresiva del ingreso representa un obstáculo para los esquemas de integración comercial socialmente inclusivos.

Por lo tanto, la pregunta es: ¿cómo podemos cuantificar la participación salarial implícita en los distintos grados y tipos de participación en las cadenas de valor mundiales?

Mi nuevo documento de trabajo de INET examina esta pregunta en detalle mediante el diseño de métricas novedosas utilizando técnicas globales de insumo-producto (Timmer et al., 2013) para conectar la distribución funcional del ingreso a nivel de país con sus fuentes activadoras de demanda final. La distinción clave que estudiamos es la que existe entre el ingreso, los salarios y la participación salarial a nivel de país activados por la demanda final interna frente a la externa.

La intuición detrás de esta distinción es la siguiente. La participación salarial de un país es una combinación lineal de las participaciones salariales de sus industrias. Las industrias producen para satisfacer los requisitos de la demanda final tanto en el país como en el extranjero. Por lo tanto, cuando un país extranjero exige productos finales suministrados directamente por la economía nacional o requiere que se produzcan insumos nacionales, activa la producción interna, generando ingresos, salarios y, por lo tanto, una participación salarial asociada.

Pero esta activación de la producción interna entre industrias ocurre en diferentes proporciones según los productos que componen cada canasta de demanda final externa específica. Por ejemplo, cuando un país de América Latina satisface la demanda final china, la producción de las industrias primarias se activará en mayor proporción que si la demanda final viniera de otro país latinoamericano, en cuyo caso los productos manufactureros de tecnología media a alta son producidos (y comercializados) en mayor proporción. Por lo tanto, si las materias primas y los productos manufactureros de tecnología media a alta son producidos por industrias con diferentes participaciones salariales, hay implicaciones distributivas de profundizar la integración comercial con ciertas regiones con respecto a otras.

Además, dado que el país de origen suele ser solo un productor primario de ciertos insumos en una cadena de valor mundial, dista mucho de ser evidente cuáles son las implicaciones distributivas finales de la demanda final de ciertos países extranjeros. Esto es especialmente cierto cuando la economía nacional no tiene vínculos comerciales directos relevantes en productos finales con esas economías, pero en su mayoría solo está vinculada indirectamente mediante la exportación de insumos a través de otros países.

Por lo tanto, dadas las diferentes composiciones de productos básicos de cada canasta de demanda final asociada con una fuente extranjera de demanda final, la participación salarial activada internamente por cada país extranjero será diferente. Esto es crucial para comprender el perfil distributivo de la especialización nacional frente a la internacional.

Los resultados empíricos que surgieron de la aplicación de esta perspectiva analítica destacan tendencias importantes para repensar proyectos alternativos de integración regional para crear un sistema de comercio multilateral más inclusivo.

Para empezar, los resultados confirman que ahora vivimos en un mundo de participación salarial mundial en declive, incluso cuando la globalización se tambalea. La distribución de la participación salarial entre países para cada industria se ha vuelto más uniformemente desigual, lo que sugiere que el modo predominante de competencia internacional se ha convertido en uno basado en reducciones de costos laborales, con una desconexión similar entre el salario real y los aumentos de productividad.

En términos de participación en el ingreso global, la economía mundial ha experimentado un declive en el Norte global y un aumento en el Sur global. En particular, la importancia novedosa de las interacciones Sur-Sur en el comercio global no surge debido solo a unos pocos actores clave en el Sur, como BRICS, sino que es más bien un fenómeno generalizado: los países del Sur global ahora dependen casi por igual de demanda final extranjera de ambas áreas globales de la economía mundial.

Dentro del Norte global, podemos ver un claro proceso de convergencia entre países en la participación salarial activado por la demanda final tanto interna como externa: los países con una participación salarial inicial más alta tuvieron los aumentos más bajos o, en realidad, la caída más alta. Dentro del Sur global, si bien está presente un proceso de recuperación con una participación salarial creciente activada por la demanda final interna, no está claro si la integración de las cadenas de valor mundiales ha acelerado la convergencia de la participación salarial en alguna dirección específica.

En cuanto a los cambios en los motores de la demanda final de la economía mundial, la demanda final de China canalizada hacia otros países del Sur global representa una parte crucial del aumento difuso de la integración Sur-Sur de las CGV. Por lo tanto, la composición de productos básicos específicos de cada país de la demanda china en el extranjero puede tener consecuencias importantes para la distribución del ingreso en los países del Sur global.

Los resultados también sugieren que la especialización internacional exitosa, en términos de aumento de la participación en los ingresos de las cadenas de valor mundiales, parece caracterizarse por la homogeneización de la composición del producto de las exportaciones finales hacia industrias con una participación salarial relativamente más alta.

Por lo tanto, la mejora tecnológica en sí misma puede no ser suficiente para garantizar un crecimiento inclusivo. En su lugar, es posible que deba combinarse con esfuerzos para homogeneizar la composición de productos básicos de las canastas de exportaciones finales específicas de destino. En suma, apalancamiento en economías de escala aplicadas a productos intensivos en tecnología. Los países deben profundizar la integración productiva con socios comerciales que permitan este círculo virtuoso.

La agregación de países en grupos regionales nos brindó más información sobre cómo las interacciones comerciales interregionales pueden afectar la distribución funcional del ingreso. Encontramos que las regiones clave en el Norte global (América del Norte y los países desarrollados de Asia y el Pacífico) ejercen una presión a la baja sobre la participación salarial de otras regiones de origen. Esto puede estar reflejando asimetrías de poder entre las empresas líderes y los proveedores de insumos a lo largo de las cadenas de valor mundiales. En cualquier caso, se nota cómo las regiones en el Sur global que se ha apropiado cada vez más de la participación de los ingresos globales activados en el extranjero —como China (CHN) e India (IND)— también está ejerciendo un efecto a la baja sobre la participación salarial de algunos de sus socios comerciales. Por lo tanto, parecería que ascender en la escala de la mejora tecnológica estaría asociado con ejercer un efecto negativo en la participación salarial de otras regiones.

Finalmente, la evidencia indica que, para algunas regiones de la economía mundial, la integración intrarregional ejerce un efecto positivo sobre las participaciones salariales activadas en el extranjero. Este fue el caso de América Latina y el sur de Europa, lo que nos llevó a reconsiderar el potencial de tales estrategias de integración en la búsqueda de un crecimiento inclusivo.


Referencias:

Bárány, Z. L. and Siegel, C. (2018). Job polarization and structural change. American Economic Journal: Macroeconomics, 10(1):57–89.

Carpa, N. and Martínez-Zarzoso, I. (2022). The impact of global value chain participation on income inequality. International Economics, 169:269–290.

Farber, H. S., Herbst, D., Kuziemko, I., and Naidu, S. (2021). Unions and Inequality over the Twentieth Century: New Evidence from Survey Data. The Quarterly Journal of Economics, 136(3):1325–1385.

Farole, T., Hollweg, C., and Winkler, D. (2018). Trade in Global Value Chains: An Assessment of Labor Market Implications. Jobs Working Paper, Issue No. 18, World Bank, Washington, DC.

Ferguson, T. and Rogers, J. (1986). Right Turn: The Decline of the Democrats and the Future of American Politics. Hill and Wang, New York.

Fontanari, C. and Palumbo, A. (2022). Permanent scars: The effects of wages on productivity. Metroeconomica, pages 1–39.

Kaldor, N. (1961). Capital Accumulation and Economic Growth. In Lutz, F. A. and Hague, D. C., editors, The Theory of Capital, pages 177–222. The Macmillan Press.

Karabarbounis, L. and Neiman, B. (2014). The Global Decline of the Labor Share. The Quarterly Journal of Economics, 129(1):61–103.

Lazonick, W. (2009). Sustainable prosperity in the new economy?: business organization and high-tech employment in the United States. W. E. Upjohn Institute for Employment Research.

Lopez Gonzalez, J., Kowalski, P., and Achard, P. (2015). Trade, global value chains and wage-income inequality. OECD Trade Policy Papers No. 182, OECD Publishing, Paris.

Milanovic, B. (2019). Capitalism, alone: The future of the system that rules the world. Harvard University Press.

Ndubuisi, G. and Owusu, S. (2022). Wage effects of global value chains participation and position: An industry-level analysis. The Journal of International Trade & Economic Development.

Riccio, F., Cresti, L., and Virgillito, M. E. (2022). The labour share along global value chains: Perspectives and evidence from sectoral interdependence. Laboratory of Economics and Management (LEM) Working Papers, 2022/11, Sant’Anna School of Advanced Studies, Pisa, Italy.

Storm, S. (2019). The Secular Stagnation of Productivity Growth. Institute for New Economic Thinking (INET) Working Papers, Working Paper No. 108(December).

Szymczak, S. and Wolszczak-Derlacz, J. (2022). Global value chains and labour markets: simultaneous analysis of wages and employment. Economic Systems Research, 34(1):69–96.

Taglioni, D. and Winkler, D. (2016). Making global value chains work for development. World Bank, Washington, DC.

Taylor, L. and Ömer, O. (2020). Macroeconomic Inequality from Reagan to Trump: Market Power, Wage Repression, Asset Price Inflation, and Industrial Decline. Studies in New Economic Thinking, Cambridge University Press.

Timmer, M. P., Los, B., Stehrer, R., and de Vries, G. J. (2013). Fragmentation, incomes and jobs: an analysis of European competitiveness. Economic Policy, 28(76):613– 661.

UNCTAD (2017). Trade and Development Report (TDR) 2017: Beyond Austerity: Towards a Global New Deal. UNCTAD/TDR/2017, United Nations publication, Sales No. E.17.II.D.5, New York and Geneva. 

UNCTAD (2018). Trade and Development Report (TDR) 2018: Power, platforms and the free trade delusion. UNCTAD/TDR/2018, United Nations publication, Sales No. E.18.II.D.7, New York and Geneva.


Notas finales

[1] La expansión de las prácticas de subcontratación internacional ya se remonta a la década de 1970, cuando las innovaciones de las TIC permitieron el control desde la sede central de una fuerza laboral remota y de bajos salarios (Lazonick, 2009) o un "traslado corporativo a centros de alta rentabilidad". del Tercer Mundo” (Ferguson y Rogers, 1986, p. 93).

[2] Además, las interacciones entre los factores institucionales, tecnológicos y de composición y la globalización también juegan un papel. Por ejemplo, la subcontratación internacional crea una fuerza laboral descentralizada con interacciones físicas inexistentes que no pueden organizarse colectivamente, lo que erosiona aún más el poder de negociación de los trabajadores (Milanovic, 2019, p. 22).


Ariel Luis Wirkierman es Profesor de Economía, Universidad Goldsmiths


El artículo original se puede leer en inglés en INET

Artículo traducido por L. Domenech

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